Un temperamento es el resultado de una existencia individual , separada. Pero aquello que no conoce separación no puede ser traducido en términos de temperamentos, ni abordado a través de un temperamento particular. Si queremos examinar la totalidad desde el punto de vista de una de sus partes, no lo conseguimos, porque naturalmente se nos presenta en los términos de esa parte, que llamamos temperamento. A través de un temperamento particular no podemos ver lo que está más allá de todos los temperamentos, al igual que a través de un marco no podemos ver lo que está más allá de todos los marcos.
Pero no confundamos el temperamento individual con la singularidad individual: los temperamentos dependen de las condiciones en las que uno se encuentra, es decir, de las contingencias, de las características de la raza, de la herencia, etc... mientras que la singularidad individual es continua a través del nacimiento y de la muerte, es la única guía del ser a lo largo de su existencia individual separada hasta que ésta alcanza su plenitud. Para comprender el significado de la individualidad hay que entender el propósito de la existencia individual. La vida es creación. Incluye al creador y a lo creado. La naturaleza contiene la vida, es decir, todo lo que se manifiesta contiene la vida. Cuando esta vida en la Naturaleza se desarrolla hasta convertirse en un único foco individual, la Naturaleza ha cumplido su propósito. Todo el destino y la función de la Naturaleza es crear el individuo consciente de sí mismo, consciente de la dualidad, que sabe que constituye en sí mismo una entidad separada. Así, la vida en la Naturaleza, a través de su desarrollo, se vuelve autoconsciente en el hombre que ha despertado, que se ha concentrado en sí mismo. El individuo es un ser separado, que tiene conciencia de sí mismo, que se sabe diferente de los demás, en quien reside la distinción entre él y los demás. Pero la individualidad es una imperfección, no es un fin en sí mismo.
La evolución vista como la extensión de una individualidad a través del tiempo es una ilusión. Lo que es necesariamente imperfecto (la individualidad) sigue siendo imperfecto, incluso cuando se extiende y amplía. La individualidad se intensifica por los conflictos de la ignorancia, y por las propias limitaciones del pensamiento y la emoción: el individuo se vuelve así más preciso, y se aísla conscientemente. Es inútil aumentar a la enésima potencia esta conciencia aislada del yo, que siempre permanecerá aislada porque tiene sus raíces en el sentido de la separación individual. Así, la ampliación de este "yo soy" que es la separación, no puede conducir a lo universal. La evolución del "yo soy" es sólo la expansión de este sentido de separación, en el tiempo y en el espacio. El individuo, aprisionado en su limitación, aislado por su noción de "yo y los demás", debe liberarse, y encontrar su culminación en su liberación. La liberación es la libertad de la conciencia; no es la ampliación del "yo soy", sino que resulta del desgaste del sentido de separación. El objetivo último de la existencia individual es realizar el estado puro del ser, en el que no hay separaciones, sino que es la realización del todo. El cumplimiento del destino del hombre es ser el todo. No se trata de querer ir a perderse en el Absoluto, sino de llegar a ser uno mismo la totalidad, tras continuos conflictos, continuos afinamientos. La existencia individual no es más que un fragmento de la totalidad y es porque lo siente que se esfuerza por realizarse, por encontrar su plenitud en la totalidad. Por lo tanto, el esfuerzo y la conciencia de sí mismo son inseparables, y si este esfuerzo contra la limitación cesara, resultaría en la pérdida de la conciencia de sí mismo y de la individualidad. Cuando la individualidad ha cumplido su propósito, cuando ha destruido mediante un esfuerzo constante los muros de su separatividad, cuando ha alcanzado el sentido de ser sin esfuerzo, entonces la existencia individual también se ha cumplido.
Es necesario, en primer lugar, saber a qué tiende esta vida individual, esta existencia en la que están el principio y el fin. Es necesario comprender la razón de la existencia, sin la cual la experiencia, la creación y la singularidad no tienen sentido. Si el individuo, en el que existe la conciencia de su aislamiento, de lo que es subjetivo en relación con lo que es objetivo, si el individuo no comprende su razón de ser, se convierte sólo en un esclavo de la experiencia y de la creación de formas. Pero si comprende su razón de ser, se hace más fuerte con cada experiencia, cada emoción, cada pensamiento, hasta que puede desgastar el muro de su separación.
Para el individuo autoconsciente, existe la antinomia sujeto-objeto, de modo que da forma a alguna Entidad inalcanzable a la que implora que le ayude, a la que da su amor, su adoración, todo su ser. Pero la finalidad de la existencia es que el individuo realice en sí mismo la totalidad -sin objeto ni sujeto-, es decir, la vida pura. Así, es en la subjetividad del individuo donde el objeto existe realmente. En el individuo están tanto el principio como el final. En él está la totalidad de todas las experiencias, de todos los pensamientos, de todas las emociones. En él están todas las potencialidades y su tarea es realizar su objetividad en lo subjetivo.